martes, 21 de mayo de 2019

DIA DE LOS ALIMENTOS



Nací en 1980,  se puede decir que soy efímero en el paso de la historia.   En una familia compuesta por Papá, mamá y mi hermana.  Vivíamos en una pequeña habitación en la que cómodamente teníamos apenas lo necesario.  Eran épocas donde no se escuchaba el termino fast food y era muy habitual entre los niños de mi casa comer huevos, lentejas y también llevar al descanso el delicioso jugo de guayaba.  La adrenalina llegaba a su máximo nivel cuando se estaba jugando el picado en plena calle y se escuchaba el carro de los helados con la marcha turca o como quiera usted decirlo la canción de chavo.   El premio era un helado.

En este día de los alimentos recuerdo mucho a mi mamá y como su labor esmerada me permitió crecer sano y en armonía con los demás.  Mi rutina comenzaba cerca de las 4:30 am  cuando me llamaba y me ordenaba dulcemente que rociara las plantas de su jardín.  Eso me ayudaría a “desacalorarme” me expresaba con orgullo. 

Luego de bañarme y vestirme,  llegaba a la mesa y encontraba un almuerzo total.   Pues según mi madre, tomar un buen desayuno era muy importante para rendir más.   La mazamorra, los huevos, la carne, la changua, el sabor del cilantro, el caldito de papa, el chocolate, la arepa preparada molida grano a grano en la propia casa, el café, el jugo de guayaba.  Todo bajo en sal y en azúcar pues mi madre es hipertensa y en casa se come todo regulado.   No me daba dinero para el descanso pues en el colegio solo vendían berlinas, empanadas, pasteles, perros calientes y gaseosas de las que vienen en envase de vidrio.  Yo era experto para recoger botellas y llevarlas a la cafetería, pues por cada una me daban 100 pesos.  Ahí tenía mis ahorros para el día de la madre o para hacer algo especial.

No sentía deseos de comer,  comprendía que estos productos podían hacer daño a mi organismo.  Y tenía la certeza de llegar a casa y esperar un contundente ataque alimenticio de mi mamá.   Y como yo era deportista (entrenaba natación y jugaba mucho fútbol),  ella me ayudaba con vitaminas que preparaba con productos naturales (frutas, verduras y con algo de proteína). 

Ya después en la universidad, alcanzando una edad donde se cree uno más independiente.  Se juega con la salud, se excede en la mala comida, se malogra el sueño y se disfruta de la bebida.  Es más apetecible la hamburguesa doble carne que la albóndiga casera.   La coca cola bien helada,  el pincho y el combo de 4 empanadas.  Se le baja al ejercicio y se anda a un ritmo agitado, estresado dicen algunos. Y es así como aparecen la diabetes, la hipertensión, el colesterol y los triglicéridos elevados.

Niños, niñas y jóvenes de mi Institución, la invitación es para que en la medida de las posibilidades procure alimentarse de la mejor manera, hagan deporte, duerman bien y alejen de sus vidas lo que les haga daño.

1 comentarios:

  1. Esta historia de vida, de cada docente, contada a los niños, era uno de los productos esperados... Cuánto tenemos para enseñarles en este tema, cuanto trabajo para que las generaciones que vienen logren otros añitos de existencia...

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