Kiki y Sabrina. Sus nombres tal vez no les digan nada, pero su rescate el miércoles de entre los escombros de su casa haitiana encogió el corazón del mundo. Kiki, que tiene ocho años, pasó siete días sepultado. Cuando fue rescatado, surgió del infierno con los brazos al aire y sonriente. En medio de la hecatombe, ese gesto del niño emocionó a todos.
Sólo han pasado dos días y su mirada ya no es la misma. “Dios me ayudó”, responde cuando le preguntan cómo pudo vivir tanto tiempo sin comida ni agua. La realidad ha atrapado a esta familia. Ellos están vivos, pero han perdido otros dos hermanos en el terremoto. Uno murió junto a ellos, como relata Sabrina, la hermana de 10 años. “Mi hermano pequeño murió junto a mí dice. Su cuerpo apareció allí, a mi lado. Antes de morir me pidió agua, pero no pude dársela”.
Fueron noticia, hoy sólo son una familia más de Puerto Príncipe. Sin comida ni techo. No han recibido ninguna ayuda desde su rescate. Para ellos ha comenzado otra lucha por la supervivencia.
Fuente: Euronews